La reforma en Chesterton y Nietzsche

lunes, 27 de agosto de 2007


En el capítulo “la revolución eterna” de su Ortodoxia, Gilbert Keith Chesterton hace una dura crítica a varios pensadores importantes; poniendo énfasis en Nietzsche, a tal grado que podría parecernos que el apelativo de “sofista prusiano” va dirigido a él. Considerando que el texto fue escrito en 1908, es lícito preguntarse: ¿Por qué el pensamiento de nuestro siglo ha vuelto una y otra vez a la obra nietzscheana, a tal grado de ser considerado una de las más importantes voces de la modernidad? ¿Signo de decadencia, o de mejores análisis? La crítica de Chesterton puede otorgarnos luz al respecto.

El texto de Chesterton plantea que, para lograr algo –una mejora en un mundo que no nos gusta-, debemos mantenernos con un propósito; si queremos el mundo de algún color –adecuada metáfora dado que se asocia la política con el color de sus banderas- debemos mantenerlo fijo, sin lugar a cambios. Esta idea es bastante extraña, si consideramos nuestra vida como fenómeno múltiple: siempre se puede encontrar un ligazón entre los cambios –ayuda al prójimo, búsqueda de la verdad, la felicidad o Dios-, pero no es menos cierto que también se puede hallar una disruptividad; no conocemos en qué sitio nos colocaremos en el futuro; nunca se podrá saber como cambian las visiones aun dentro del mismo ojo, pues el mundo no es azul –y ni siquiera hay un solo azul-.

La crítica a Nietzsche se articula en la misma dirección: este “poetastro”no se habría decidido a hacer claro su pensamiento; si lo hubiera hecho, se daría cuenta que es “absurdo” –extraño el uso de estas palabras en alguien que habla de “locura racionalista”, aunque esto no incumba a nuestro análisis-. Al hablar del “superhombre” de lo “superior”, de vivir “más allá del bien y el mal” sin especificar a qué se refería, habría puesto en evidencia su mediocridad. Mas, ¿es cierto que no especificó a qué se refería? Su obra es hermética, sin duda alguna; los problemas de salud de Nietzsche, por otro lado, no ayudaron a su elucidación, ya que sólo podía escribir pequeños fragmentos. De cualquier modo, durante el siglo XX se realizaron numerosos estudios en torno suyo; en cierta forma, se le “rescató” del nazismo y fascismo. En torno a ellos, las críticas de Chesterton tienen respuesta.

¿Qué significa estar más allá del bien y del mal? La crítica nietzscheana afirma que la moral es un discurso histórico que, al no hallarse inscrito en el firmamento, quedaría desarticulado. Además, dado que la naturaleza humana nos es desconocida, cada uno debe “llegar a ser lo que es”, tarea que nadie puede hacer por otro. De modo que se le juzga por el imperativo que ha luchado por destruir. La nobleza o superioridad es para Nietzsche, como señala Tadashi Yanai “mantenerse en relación inmediata con el propio deseo”. En cuanto al superhombre, es la respuesta a muchas preguntas. Entre ellas, una de importancia para nuestro análisis es: ¿Quién es capaz de afirmar, de una vez, la vida entera? Esta respuesta es por tanto sólo nominativa, es el límite: implica una nueva economía del ser, una búsqueda de una manera de no negar la vida y, por ende, de entenderla, sin destruirse en el intento. El que Nietzsche no diga cómo ser el superhombre no es una muestra de falta de originalidad, sino la culminación de una tarea filosófica. Esta nueva forma de filosofía en definida por Deleuze y Foucault como “caja de herramientas”; “para nosotros el intelectual teórico ha dejado de ser un sujeto, una conciencia representante o representativa”, dice Deleuze en los intelectuales y el poder, el discurso pasa a dejar hablar a los involucrados (vemos indicios de estos en el aforismo nietzscheano 43 de Más allá del bien y del mal).

Nietzsche introduce una nueva forma de pensar. «Nos hallamos en una fase en que lo consciente se hace modesto», dijo. Y nos dio un gran ejemplo.

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