Reflexiones sobre el vitalismo.

domingo, 18 de marzo de 2007



Desde hace mucho que he venido escuchando aquello de que la filosofía nietzscheana es vitalista. A primera vista, esta aseveración producto de la intuición puede parecernos cierta y a la vez falsa si consideramos el término en su forma etimológica aparente, es decir, pensando que significa tan sólo aquel que cree en la vida o bien lo relacionado con aquella persona o su filosofía. La filosofía de Nietzsche, si bien debe a mi juicio ser considerada como un devenir -tomando en cuenta que eso somos-, posee en algunas partes por lo menos, por ejemplo en el Zaratustra, un sentimiento total de aceptación de la vida y un total compromiso con ella. A pesar de las innumerables críticas del alemán a la calidad de la vida aquí y ahora y de su imperiosa búsqueda de cambios (interpretar siempre es cambiar), se puede señalar que efectivamente este imponente señor tenía fe en la vida y se sentía a gusto en ella –al menos en algunos momentos cruciales dentro del devenir que nos traspasa.

Sin embargo, esta no es la definición de vitalismo que he encontrado.

Según Wikipedia, vitalismo es la corriente filosófica que postula que la vida es más de lo que creen los mecanicistas, que posee un impulso vital distinto de las fuerzas físicas sin el cual la vida no podría ser explicada. Tengo mis dudas de si Nietzsche se inscribe en esa categoría, considerando que su filosofía toma constantemente en cuenta las influencias somáticas en el pensamiento de las personas y conociendo las teorías evolutivas –además de su oposición a las consoladoras religiones-. Por mi parte, creo que es algo demasiado complejo de defender aquello de esa fuerza extraña indefinible, personalmente, no tengo idea de si es algo semejante al alma o bien la consecuencia de la suma mecánica de todas nuestras moléculas constituyentes -y los fenómenos físicos-. Según la web Torre de Babel, “se llama vitalista a toda teoría filosófica para la que la vida es irreductible a cualquier categoría extraña a ella misma”. Me parece más lógica aquella descripción: la vida sólo puede ser descrita por si misma, nunca por algo externo a ella, como dioses u otras dimensiones aparentes. Sólo lo que veo es lo que existe: “Si bien todo nuestro conocimiento empieza con la experiencia, de esto no se sigue que todo él provenga de la experiencia”, dice Kant, y es probable que sea cierto. Podemos invertir el significado de la frase: sólo un ser vivo puede saber que es la vida. El concepto es indefinible, pero los seres vivos, extrañamente, sabemos lo que es la vida por caracterizaciones indirectas.

Por fin llegamos a la parte a la cual quería llegar. Maite Larrauri, en su texto El deseo según Deleuze, ocupa la misma frase que analicé en un texto anterior -Zaratustra-, de Nietzsche: vitalista es, según ella, alguien que ama la vida, no por estar acostumbrado a ella, sino por estar acostumbrado al amor. Acá entramos a hilar fino. Entiendo lo que quiere decir: la persona que va por la vida amando las plantas, las flores, las personas, termina amando la vida, su vida, que es la única que conoce. Le gusta, le produce placer, siente que vuela; en cierta forma, se deshacen de sus cuerpos. Supondré que Deleuze y Nietzsche lo lograron y que no mentían, debido al profundo respeto que profeso por ambos, a quienes creo más inteligentes que yo. Sin embargo, a pesar de haber intentado sacarme el cuerpo, aún lo tengo. Yo definiría la diferencia entre ellos y yo es que yo siento náuseas. Cuando veo un niño arrapiezo me muero por dentro. Siento angustia seguido. Digo no. Me quedo más bien con la frase que Albert Camus pudo en boca del doctor Rieux: No puedo amar una creación donde los niños son torturados. Friedrich, ¿recuerdas el caballo que te hizo llorar? Tal vez debiste haber tirado más piedras.

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Ved este texto quienees particparon en la revuelta estudiantil

Reflexiones sin brillo II

lunes, 12 de marzo de 2007

Lo tenemos claro: un anochecer es siempre más grande que nosotros. A veces nos sentimos intrusos de algo donde no debimos haber surgido espontáneamente, un lugar que no nos ha querido exactamente, y que ha respirado con hastío. Sin embargo, si el universo tiene una voluntad propia, nosotros también poseemos una. La gran pregunta es si debemos unirnos a ella como una canción o bien rebelarnos contra él. Rebelarse es la nada, la simpatía es la materia. Aunque eso depende del mundo del cual hablemos.

Consideraciones sin brillo


Lo que pensamos fue algo claro y vivo hasta quemar, no sólo no se apaga, sino que se vuelve humo más que cenizas; no sabemos cómo definirlo, más bien es algo que se caracteriza por ser algo confuso que bordea la inexistencia pero a la vez se hace real como un soplo, que siendo exactamente objetivo, hiere más que una piedra. Son precisamente las artes subrepticias las que más atan, como telas de arañas. Son las mariposas quienes provocan vientos.

Reflections sur la vie

lunes, 5 de marzo de 2007

Al parecer, tengo las muñecas clavadas, al igual, que tú. Me cuesta moverlas, y duele bastante cuando haciendo uso de la libertad decido un movimiento contrario a las cuerdas, o más bien dicho, a los maderos. Hago lo que no es natural, sin embargo las cruces son puestas por la fuerza, y a veces lo que te ama es lo que realmente te crucifica. Es por eso que no me quejo. Cuando sepa la dirección del viento apenas domine mis tendones, cuando sepa quién es no-yo, tiraré con tanta fuerza y soltaré mis manos y pies, aunque que un poco de carne en las frías maderas quede, colgado de un clavo. Tal vez pierda las manos, pero seguirá mi aliento intacto.

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Para aquel que ama la libertad, es ésta algo sumamente volátil que es capaz de llenarnos de un pesar profundo. Podemos incluso dudar cada vez que tocamos, todo depende de la voluntad, quizás del gusto, posiblemente por miedo. Dejamos correr libres los caballos, no interferimos en la caza de los felinos. Dejamos morir en nombre de la libertad de vivir. ¿Es lógica tal contradicción? Me pregunto si es viable creer, si está permitido tocar, tomando en cuenta de que no hemos creado nuestro propio nacimiento: nos han traído. Se nos dice que a propósito, lo cierto es que nadie es que nadie nos imaginó. De hecho, nadie nos ha contenido aún. ¿Es nuestra la Tierra?


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Pronto comentarios a El deseo según Deleuze

Idiotez

viernes, 2 de marzo de 2007


Dadas las circunstancias

Sin embargo los pájaros son bellísimos

Las navajas hieren exactamente

Sin prejuicios brotan las belladonas

Busquen por qué se quejan los mandriles y han llorado sarcástico

Venimos indiscriminados del pescado

Y aquel pedazo de carne se suma

Enfrente mío asterisco

Ganamos ganamos ganamos

14 líneas más y hay un soneto

blanco negro cisne coscoroba

existe la paz en una bandera tengo sueño y hay pan.

Cuando surge la angustia

El pan es el hombre

La solución es vacía

Y nos vestimos de verde.