Nosotros, los verdaderos verdes.

sábado, 5 de mayo de 2007


Vivimos en una sociedad monoteísta, claro está. Llevamos, en las raíces de la estructura social, los colores espirituales de Moisés y Jesús, y, sin duda, cuesta bastante esfuerzo sacarlos. Hoy, en un mundo que presume de laicismo, vemos el resurgimiento de un nuevo profeta: Al Gore. El es la voz de los ecologistas, de los que quieren salvar el planeta, de los que no quieren morir y planean salvarse apagando luces

Todos han visto el documental de Gore, es claro; han quedado espantados. Las estadísticas son asesinas. Su crítica va dirigida directamente a las políticas gubernamentales, sobre todo a la de su país. Sin embargo, ¿no son los gobiernos los que tienen más científicos a su disposición? –Lo digo con pena-. Es un hecho observable que a mayor poder gubernamental, mayor ciencia; ahora bien, ¿quién es el gobierno más poderoso? No sé si habrán escuchado hablar de la Nasa; bueno, ¿de qué país es?

Nosotros, los sudacas, recibimos información de segunda mano. Pregúntese: ¿Cuántas noticias han visto en las noticias sobre los científicos que no están del lado de Gore? Ahora, cuente: ¿Cuántas fotos ha visto de Gore?

Hoy, tuve oportunidad de leer sobre la postura de estos “reaccionarios”: leí una entrevista Myron Ebell. El apoya la postura de EEUU; en cierta, forma, está de su lado. Sin embargo, nadie sabe que él también estudia. El también tiene estadísticas, y la verdad es que me parecían tan razonables como las de Gore. Es muy simple: las estadísticas son difusas, tratan temas gigantescos, son meramente aproximativas. Además, claro está: ambos lados saben las estadísticas, conocen de memoria palabras como casquetes polares, y partículas por millón, pero nadie sabe cómo se administran tales datos. Dicho sea de paso, las construyen personas con otras cultura y con distintas grillas de lectura- quién sabe qué defienden y qué omiten-.

Yo no sé mucho de ciencias ambientales, pero sí sé que, por ejemplo, en el estudio del origen de la atmósfera y de su composición hay mucha discusión, y estoy seguro que pasa también en cuanto a los demás temas de esta ciencia. Pregunta para escépticos: ¿Cómo miden la cantidad de partículas en la atmósfera los científicos? ¿Las cuentan? ¡Estadística, señores!

Un argumento dado contra Ebell es que durante un tiempo recibió dineros de una empresa petrolera. El dice que eso no afectó la línea de sus investigaciones. No creo que sea importante de quién recibes el dinero: el problema es si te prohíben publicar cosas que no le convengan. Muchos hombres de ciencia reciben apoyo de los gobiernos, muchos quizás lo haremos en el futuro, ¿y alguien dirá algo? El Estado no es algo tan limpio como se cree, señores. Por otro lado, no se crea que Al Gore es un filántropo. Albert Camus decía: “los grandes hombres no hacen política”, y tenía mucha razón. Esos individuos no son tan grandes como para sentir nauseas.

Saben, Ebell no será científico –seguro Gore tampoco-, pero sabe de las consecuencias económicas que traerá la abstinencia energética. A EEUU no le pasará nada, sino a nosotros, los que vivimos en los países pobres. Es un hecho razonable. Su país es capaz de abstenerse, pero nosotros nos iremos a la mierda. Creo que falta preguntarse: ¿Vale la pena correr el riesgo del laisser faire? Por mi parte, creo que no, pero creo más en que hay que pensar, no repetir. Ebell dice que el problema no pasa por el racionamiento de los recursos, sino por la implementación de nuevas tecnologías. Esto, según él, tiene a su país con una tasa de emisiones menor que la de algunos países que respetan el tratado de Kyoto.

Ambos bandos poseen el síntoma de nuestros sistemas educativos- represivos, según Foucault-: conocen los hechos científicos, las formas, sin embargo, no saben el Ursprung (Origen) -quizás debiera decirse Erfindung, invención- de tal conocimiento. Por tanto, se puede aceptar el hecho científico, mas no se puede refutar a menos de que se recurra al dogma, como en el caso de la Iglesia en el tema evolutivo. Esto, sin duda, no da origen a una epistemología, nos impide crear una filosofía a partir de tales datos. ¿Qué hace la gente, entonces? Recurre a discursos anteriores, ya creados, y los defiende a muerte, puesto que no puede sentir en carne propia las consecuencias de tales actos.

Ahora bien, ¿qué nos depara el futuro? Hambruna y escasez energética por un lado o catástrofe ecológica por otro. Una es la explicación de las ciencias políticas y económicas y la otra es la de las ciencias naturales. ¡Esperanzador, por cierto! De cualquier modo, estoy seguro de que, sin importar el camino que tomemos, las consecuencias serán enormes. Aun así, son distintas. Por un lado, la abstinencia quizás acabe con personas, poblaciones, quizás con la especie humana; pero salvaríamos el planeta. Por el otro, es posible que no pase nada, que haya más calor en los polos, pero seguimos todos vivos –excepto algunas especies-, o bien, nos vamos todos al tacho. La crítica más fuerte, a mi juicio, que se le puede hacer a Ebell, es que sobreviviremos, nosotros, pero la biodiversidad se verá reducida drásticamente. Esto podría crear una vida que no valga la pena vivir.

Es conocida la expresión popular que manifiesta que la Tercera Guerra Mundial se hará con piedras. Esta frase, que en parte hace sonreír, contiene un importante mensaje por detrás: si tal consecuencia fuera cierta, sería un hecho de que volveríamos al primitivismo, volvería la selección natural, se acabaría la enajenación del trabajo que no se ve –no seríamos engranajes-. Esto me parece positivo, aunque no justifico los medios; digo tan sólo que si pasa, tal vez haya esperanza. Bueno, la frase me hace pensar en el futuro. Creo que del lado del ahorro, nos daremos cuenta de que este será drástico, y nuestras regiones se verán en problemas. Dado que nuestra vida actual depende de productos de otras regiones, la pobreza nos hará las cosas más difíciles. Sin embargo, sabemos que se puede vivir de forma local: los australopitecus lo hacía, los indios lo hacían, las polis lo hacían, los burgos lo hacían. Me da la impresión de que se daría paso a algo así como la economía del maíz, un comercio de subsistencia, que daría origen a un sistema más sano, pero mucho más débil, pues se acentuaría la diferencia entre países ricos y pobres. Eso sí, esperemos que aparezcan nuevas formas políticas.

Dice otro refrán popular: cuando el sabio apunta al cielo, los tontos miran el dedo. Espero que no pase con Gore.

Mi conclusión: ambos bandos son divergencias de una postura que presentó fisuras hace mucho tiempo.

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¡Si sólo Dios me diera una señal clara! Como depositar a mi nombre una enorme suma de dinero en un banco suizo".
Woody Allen cineasta estadounidense

"La verdad no demanda creencias. Los científicos no unen sus manos cada domingo, cantando '¡Sí, la gravedad es real! ¡Tendré fe! ¡Seré fuerte! Creo en mi corazón que lo que sube tiene que bajar. ¡Amén!'. Si lo hicieran, pensaríamos que están bastante inseguros de ello."
Dan Barker ex-predicador

"Yo digo que ambos somos ateos. Yo sólo creo en un dios menos que tu. Cuando entiendas porqué tu deshechas todos los otros posibles dioses, entonces entenderás porqué yo deshecho el tuyo".
Stephen F. Roberts

"No puedes convencer a un creyente de nada porque sus creencias no están basadas en evidencia, están basadas en una enraizada necesidad de creer".
Carl Sagan astrónomo estadounidense 1934-1996

"¿La definición de mitología en una oración? 'Mitología', es lo que llamamos a las religiones de otras personas".
Joseph Campbell antropólogo estadounidense